EDUVINET Home Claves para comprender las relaciones Hispano - Alemanas
en la epoca del nacionalsocialismo


German translation




By Eduardo Díaz of Centro Estudios Alhamar, Granada, SPAIN, 1997

Contribution to the EDUVINET "European Identity" subject







El cambio económico (y político) que se anunciaba en los años 1929/30, significó para ambos países un momento importante de amplias consecuencias: en España tuvo lugar en enero 1930 la dimisión del dictador Miguel Primo de Rivera; a él le sucedieron algunos gobiernos sin ideas y fugaces cuyo fracaso se reflejó en las elecciones de abril de 1931 con la victoria de las fuerzas republicanas en las grandes ciudades del país. España se convirtió en República y entró de esta forma en una de las épocas más intranquilas de su historia más reciente.

En Alemania se inició con el desmembramiento de la Gran Coalición en marzo 1930 la fase de los gobiernos presidenciales, la cual fue acompañada por una crisis coyuntural desconocida hasta entonces por su intensidad con grandísimas consecuencias económicas y sociales.

El nombramiento de Hitler como canciller del reino selló a renglón seguido el fin de la República de Weimar.

La dimisión de Primo de Rivera fue recibida con preocupación por la Oficina de Exteriores alemana, puesto que la embajada alemana, en los años anteriores, había conseguido en la mayoría de los casos y en base a buenas relaciones personales con el dictador hacer prevalecer sus ideas en relación con determinados aspectos. En 1925 había anunciado el Ministro de asuntos exteriores Gustav Stresemann en el parlamento: " Nuestras relaciones hacia España tienen el carácter de una amistad no empañada por nada desde hace siglos con este país, del cual no nos separa ningún tipo de obstáculo político, con el que nos unen abundantes intereses culturales.

Aunque últimamente las investigaciones han podido demostrar que las relaciones mútuas de ningún modo podían ser calificadas como de "amistad no empañada por nada", y llevaba mucho más a discrepancias por un tratado de comercio y la obtención de una plaza permanente en el Consejo de la Sociedad de Naciones en las relaciones entre ambos países, tampoco se puede hablar por otra parte, de relaciones especialmente problemáticas. El momento más tenso fue la relación entre ambos países a partir de 1923. Cuando en aquel año el General Primo de Rivera eliminó la Constitución estableciendo un directorio militar, España perdió muchas simpatías en Alemania, -excepto entre la derecha y los militares.

Como contrapunto a esto, se desarrolló en el ámbito político-económico de la segunda mitad de los años veinte una relación de confianza, lo cual no se puede reducir sólo a la amistad personal del embajador alemán, Conde Welczeck, con el Rey Alfonso XIII y el dictador Primo de Rivera. El tratado comercial entre ambos países protegía a la agricultura alemana de importaciones competidoras sin cerrar el mercado alemán a productos agrarios españoles importantes; paralelamente permitía una creciente exportación industrial alemana. Todo esto condujo a una atmósfera tensa entre ambos Estados.

No podemos olvidar aquí en qué situación se encontraba Alemania. En el Tratado de Versalles Alemania (28 junio 1919) fue obligada a reducir su ejército y sus armas hasta una cierta cantidad, pero Alemania no se quedó parada. El armamento para el ejército se producía, en principio, en Alemania, pero a medidad que quería ser más grande y esto no lo permitía el Tratado de Versalles, comenzó Alemania a fabricar primero sus armas en el extranjero - Rusia - y después a preparar su ejército también fuera de sus fronteras; casi hasta finales de 1933. (Viñas, 24-25)

Entre los sucesores de Primo de Rivera se llegó a un enfriamiento de las relaciones hispano-alemanas. Once meses después de la dimisión del dictador advirtió la Oficina de exteriores: "Desde la salida de Primo de Rivera se ha hecho evidente, lamentablemente y de modo creciente, un endurecimiento de la actitud española hacia nosotros en todo tipo de negociaciones. Mientras que en la época de la dictadura, del lado español, aún los temas delicados fueron tratados con espíritu benevolente, ahora se nos ponen impedimentos por cuestiones nímias".

Aproximadamente en septiembre de 1935 el embajador español, Francisco Agromonte, informó en Berlín, en una extensa nota sobre el congreso del NSDAP en Nürnberg sobre la situación en la Alemania nacionalsocialista; no se podían obviar sus simpatías por la Alemania, al parecer, pacífica y pacificada. Corresponsales y comentaristas conservadores de periódicos españoles como El Debate o ABC hablaban del nacionalsocialismo como "modelo" para la República española gobernada desde diciembre 1933 por un gobierno conservador. Las relaciones reales entre ambos países en esta fase fueron más bien insignificantes. Esto cambió radicalmente con el comienzo de la Guerra Civil española.



LA INTERVENCION ALEMANA EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA

En la historiografía es incuestionable el hecho de que entre las potencias extranjeras que intervinieron en la guerra civil española la Alemania nacionalsocialista jugó un papel importante. Mucho antes del desmembramiento del socialismo, los historiadores occidentales reconocieron el carácter decisivo de la intervención alemana (e italiana), a lo que los historiadores comunistas ya habían llamado la atención con anterioridad, aunque con poco fundamento. El mismo Hitler había manifestado en sus conversaciones que Franco debía de erigir un monumento a los Junker 52, que habían realizado el puente aéreo entre el Marruecos español y la Península por el Estrecho de Gibraltar, pues la "Revolución española" tiene que agradecer su victoria a este tipo de avión.

Respecto a los motivos y los objetivos de la intervención alemana, se ha llamado con razón la atención sobre la variabilidad de los objetivos bélicos, los cuales tienen que ser interpretados en el contexto histórico que estos tienen para la política exterior nacionalsocialista. La argumentación anticomunista es claramente comprobable en la política alemana hacia España. Los nacionalsocialistas caracterizaron la guerra en España desde el principio -históricamente falso- como un enfrentamiento entre "fascistas" y "marxistas". Este modo dual de ver la realidad fue promovido, durante y después de la guerra civil, por la maquinaria propagandista de Goebbel, la cual ordenaba los acontecimientos ocurridos en España en la oposición global entre "fascistas" y "bolcheviques".

En las memorias sobre los cometidos de un plan cuatrienal, que Hitler elaboraba en el verano del 36, señalaba la "necesidad de la defensa del peligro bolchevique" como el punto más importante de la política alemana. Todas las decisiones estaban supeditadas a esta cuestión básica. Una indicación de Hitler, que hizo al primer encargado de negocios ante Franco, General D. Wilhelm Faupel, en noviembre de 1936, antes de su viaje a Salamanca, puede ayudar a entender el papel de España en el concepto global de Hitler: Faupel no se debe de inmiscuir en cuestiones internas del país; el sistema político , que resulte de la guerra (sea una dictadura militar, un estado autoritario o una monarquía) le es, a Hitler, igual; él tiene únicamente el objetivo de que después de finalizar la guerra, la política exterior española no esté influenciada ni por Londres ni por París o Moscú y por esto, en el esperado enfrentamiento final sobre el nuevo orden de Europa, España no se encuentre del lado de los enemigos, sino posiblemente del de los amigos de Alemania".

En contraposición a esta visión exclusivista y estática de los objetivos alemanes en España, debe llamarse la atención sobre otras motivaciones de la política nacionalsocialista, que hacen más comprensible la prolongación en el tiempo y la cantidad de la intervención alemana.

Cuando en la noche del 25 al 26 de julio de 1936 en Bayreuth, inmediatamente después de la conversación de Hitler con Langenheim y Bernhardt, quienes transmitieron la petición de Franco del envio de aviones de transporte, se tomó la decisión fundamental de apoyo al general español, estaban involucrados en el proceso de toma de decisión (además de Hitler) el Ministro del Aire Göring y el Ministro de la Guerra von Blomberg, quienes también estaban presentes en Bayreuth.

Ante el tribunal internacional de justicia de Nürnberg, después de la Segunda Guerra Mundial, declaró Göring que él animó activamente a Hitler a apoyar a Franco, " primero para actuar por aquel flanco en contra de la expansión del comunismo y en segundo lugar para probar mi ejército del aire en esa situación algún aspecto técnico concreto. Envié para allá abajo, con autorización del Führer, una gran parte de mi flota de transporte y una serie de comandos de prueba de mis cazas, bombarderos y cañones antiaéreos y tuve, de este modo, la oportunidad de probar con fuego real, si el material se había desarrollado según los objetivos marcados".

Apoyados en esta declaración, se ha afirmado repetidamente en la literatura que el motivo militar ha tenido un papel importante en la decisión de intervención. Ya el mismo día del encuentro de Bayreuth, el 26 julio de 1936, fue creado, bajo la dirección de Göring, el Estado Mayor especial W como autoridad coordinadora, que desde el Ministerio del Aire debía organizar, llevar a cabo y controlar la intervención alemana.

Por lo que -sobre lo que las nuevas investigaciones ya han llamado la atención repetidamente- no jugaron un papel decisivo las consideraciones técnico-armamentistas en la toma de decisión de la intervención como motivación principal, por otro lado y en un momento posterior la posibilidad de probar las nuevas armas "con fuego real" se convirtió en una importante motivación secundaria en el momento en que las tropas alemanas ya se encontraban en acciones bélicas. A esto también nos conduce la anteriormente citada manifestación de Hitler. Las "pruebas técnicas" de nuevos aparatos bélicos las debía llevar a cabo sobretodo la aviación de Göring.

Independientemente del significado de las consideraciones técnico-armamentísticas en la decisión de Hitler sobre la intervención en España, debe de indicarse, que la intervención nacionalsocialista fue una condición decisiva para el triunfo final de Franco. Entre finales de julio y mediados de octubre de 1936 transportaron los aviones (Ju 52, He 51) 13.500 soldados del ejército de Africa y más de 270 toneladas de material de Africa del norte a la península. A finales de octubre Berlín decidió ampliar la "acción Feuerzauber" (con el nombre clave de "Operation Rügen")y permitir la intervención en la guerra de una unidad aérea, que posteriormente sería llamada la "Legión Cóndor".

La Legión disponía de cerca de 140 aviones disponibles para el ataque constantemente (en total el Imperio alemán envió entre 600 y 700 aviones a España y más de 5.000 soldados; los soldados se relevaban en períodos de más de un mes, de tal forma que durante la guerra en total lucharon más de 19.000 "voluntarios" alemanes del lado de Franco). En el transcurso de la guerra los aviones alemanes arrojaron una carga total de 21 millones de toneladas de bombas. El primer comandante de la Legión fue el General Hugo Sperrle, a quien siguieron Hellmuth Volkmann y Wolfgang von Richthofen.


La presencia de Göring el 25 de julio de 1936 en Bayreuth no tenía sólo importancia desde el punto de vista de la "motivación militar" de la intervención alemana. Göring era a la vez el encargado del plan cuatrienal. De esta forma la motivación económica se sitúa en el centro de las consideraciones, que ha sido resaltada sobre todo por los historiadores de la RDA. En este apartado del análisis de las motivaciones se encuentra la mayor división entre las opiniones de la investigación. En la historiografía solamente es nombrada con unanimidad la ampliación de las bases de materias primas como una motivación básica para el mantenimiento de la intevención en España durante más de tres años.

Durante la guerra civil española las relaciones comerciales hispano-alemanas se realizaron en gran parte a través del sistema de compensación de ambas compañías HISMA (Compañía Hispano-Marroquí de Transportes Ltda.) y ROWAK (S.L. para la compra de productos y materias primas). El objetivo originario de HISMA, fundada ya en julio de 1936, consistía en camuflar el transporte de tropas de Africa a España con aviones alemanes; toda la operación debía de tener un carácter económico privado.

Sin embargo muy pronto adquirió la HISMA unas funciones mucho más encubiertas, gracias a las -en un principio- buenas relaciones de su director Johannes Bernhardt con Franco, y organizó del lado español el intercambio de armas hispano-alemán. De esta forma en octubre de 1936 se fundó la ROWAK bajo órdenes de Göring y como contraparte alemana de la HISMA, que tenía que organizar como "organización-acogedora" los envios comerciales españoles. En colaboración con la HISMA debía de ocuparse, entre otras actividades de asegurar del lado de la España "nacional" las máximas cantidades posibles de materias primas y alimentos de importancia capital para Alemania. Muy pronto prohibió Göring todos los negocios privados, de tal forma que HISMA/ROWAK practicaba un monopolio comercial.

La contraprestación española a la ayuda militar alemana se dió, fundamentalmente, en forma de materias primas y de alimentos. HISMA/ROWAK aseguraron el envio de material de hierro, azufre y cobre, plomo y aceites, pieles y cueros, lana y productos agrícolas. El intercambio de material bélico y otros por materias primas y alimentos en base al sistema de compensación satisfacía a los militares levantados por la escasez de divisas, sin embargo llevó a una deformación clara del comercio exterior español.

A la larga los intereses del lado franquista debían de consistir en poder exportar una gran parte de las materias primas españolas a países de los cuales se pudiesen obtener divisas; esta reflexión económico-financiera explica el deseo de la España "nacional", de establecer tan pronto como fuese posible unas amplias relaciones comerciales con Inglaterra.



EL BOMBARDEO DE GUERNICA

La acción más famosa de la Legión Cóndor fue el bombardeo de Guernica, el centro cultural y religioso del País Vasco, en la tarde del 26 de abril de 1937, un acontecimiento que fue la chispa para el cuadro (denuncia) más famoso de Picaso y es hasta hoy el hecho historiográfico más controvertido de la guerra civil.

Poco después de que la ciudad ya se encontrase sumida en ruinas y cenizas comenzó una confrontación apasionada sobre los artífices, los directa o indirectamente responsables, los motivos y la finalidad militar del bombardeo; hasta hoy no ha perdido nada de su crudeza este frente histórico-político.

Inmediatamente después del bombardeo de Guernica se lanzó la acusación, tanto a la parte "nacional" de España, como a la parte alemana que les apoyaba, el haber aceptado conscientemente todas las consecuencias destructivas de este ataque terrorífico a una ciudad abierta; ante esto el lado franquista difundió la versión de que las mismas tropas republicanas vascas habían destruido la ciudad en su retirada.



ESPAÑA, ALEMANIA Y LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

Después de que Franco se hubiese sentado en el sillón de mando,indudablemente gracias al apoyo fascista y por lo tanto con una gran deuda de agradecimiento hacia el Tercer Reich, se habría podido esperar que España tomase parte en la Segunda Guerra Mundial al lado de las Fuerzas del eje. La pregunta de por qué el país no entró definitivamente en la guerra mundial, ha sido discutida fuertemente y ha experimentado una clara reinterpretación. En el transcurso de la guerra mundial España llevó a cabo varios cambios de dirección: primero (en septiembre de 1939) el gobierno de Madrid dió a conocer su neutralidad, en junio de 1940 publicó su "estatus de no beligerancia", en octubre de 1943 se declaró partidario de una "neutralidad creciente", a partir de enero 1944 de nuevo "neutralidad estricta" frente a todos los países beligerantes: en el transcurso de 1944 el gobierno español dejó ver claramente que su neutralidad era "favorable" hacia los aliados.

Para la primera fase de la guerra, hasta la campaña de Francia, no se discutió nunca sobre una intervención activa de España. En agosto de 1939, todavía antes del comienzo de la guerra, había llamado Hitler la atención, en un discurso ante la comandancia, que de España se puede esperar, a lo sumo, "una neutralidad favorable", puesto que en aquel país no hay ningún partido fascista de la "cohesión interna" del NSDAP. Alemania, segura de su triunfo, no necesitaba en esos momentos el apoyo activo de España; era suficiente con tener un aliado pasivo en el "nuevo estado" de Franco, que se había acercado al Tercer Reich con la entrada en el pacto "Antikominternpakt" y la realización del tratado de amistad hispano-alemán en marzo de 1939

La declaración de neutralidad de España en septiembre de 1939 coincidía tanto con los intereses alemanes como con los españoles.

Cuando el Tercer Reich, en junio de 1941, atacó por sorpresa la Unión Soviética , cambió el régimen de Franco su opinión. Ahora luchaba Alemania definitivamente contra el enemigo principal, contra el que también Franco había dirigido su "cruzada": el comunismo. La España oficial reaccionó entusiasmada a la campaña del Este y ofreció inmediatamente compañías de voluntarios (en gran parte falangistas), quienes a partir de febrero de 1941 lucharon en el frente oriental como la "División Azul" bajo el mando del General Agustín Muñoz Grandes.

Después del rechazo dilatorio de Franco de la reconquista de Gibraltar planificada para enero de 1941 junto con los alemanes y con esto un rechazo español a una participación en la guerra, cayó como una sorpresa (tampoco esperada por los alemanes) la oferta de enviar tropas al frente oriental.

Las otras fases no serán analizadas aquí más detenidamente, pero sí las razones de este cambio.
Mucho más preciso que antiguamente, se puede comprobar hoy como resultado de las investigaciones, que el rumbo de la política exterior del dictador español significaba siempre un nadar entre dos aguas ante las potencias en conflicto, que la política española fundamentalmente estaba condicionada por la oposición interna del país y por lo tanto permitía sólo opciones limitadas.

La política exterior española en la guerra mundial era, y no en pequeñas proporciones, reflejo de las constelaciones políticas internas, exigencias económicas y presiones de la política exterior. A penas se podrá hablar de una política soberana basada en una línea de neutralidad, que se fundamenta en maniobrar con habilidad ante las grandes potencias.



MIRADA A LOS AÑOS POSTERIORES A 1945

En los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial las relaciones hispano-alemanas de los años 1933-1945 fueron un tabú para el público durante mucho tiempo. En España el régimen se encontraba en esta fase en primer lugar ante el desafío ideológico-político de existir como resto de la época fascista ante el espíritu democrático del momento y Alemania que, en principio, ni existía, debía de concentrar sus fuerzas mucho más en sus diferentes zonas, por su soberanía y el restablecimiento como Estado. Sin embargo los contactos económicos, políticos y culturales llevaron rápidamente a un nuevo acercamiento y normalización de las relaciones entre España y Alemania; este proceso se llevó a cabo con denodados esfuerzos en la época de Adenauer (1949-1963, 4x).

A partir de finales de los años cuarenta se esforzaba el régimen español por establecer contactos económicos así como políticos y diplomáticos. En primer lugar se trataba primeramente de mejorar las relaciones hispano-aliadas y sólo en segundo término un interés genuino por el nuevo Estado alemán.

En los años 50 las relaciones hispano-alemanas permanecieron en un segundo plano tanto de la política exterior española como alemana. "Las relaciones bilaterales se asemejaban en cierto sentido a una prueba, que debían de aprobar Madrid y Bonn en su intento de integración occidental. Las políticas bilaterales de ambos Estados debían de tener en consideración la situación individual con las potencias occidentales vencedoras.

En 1952 fue ocupado nuevamente el puesto de embajador alemán en Madrid, con lo que las relaciones a nivel político-diplomático se consideraban normalizadas. En los años 50 -con la revalorización del estatus de la República Federal y de España durante la Guerra Fría- "se completó, también del lado alemán, una paulatina evolución del tabú hacia la reinterpretación del hermanamiento bélico fascista": la guerra contra la Unión Soviética fue interpretada, más que anteriormente, como expresión de un anticomunismo y con ello se produjo un acercamiento interpretativo a la posición española.

Con un planteamiento semejante se pudieron rehabilitar paulatinamente las relaciones hispano-alemanas en la época del nacionalsocialismo, lo que sucedió, sobre todo con la colaboración de círculos católicos. En la época de Adenauer se mejoraron notablemente las relaciones hispano-alemanas: cuestiones en torno al pasado continuaban siendo excluidas del discurso oficial.




















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